Adolescencia

Palabras: 598
Fecha: 18 de junio, 2018
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Adolescencia

Aún recuerdo el "interior" Sus paredes oscuras, a veces anaranjadas, pero siempre calidas eran mi mundo. De manera bien compacta me mantenía agustamente dentro de ese mundo ideal, donde solo estaba yo y la calidez de mi mundo. Pero todo se acabó.

Sin previo aviso un escalofrío nunca antes sentido recorrió mi cuerpo mientras veia como una luminosa brecha se habria paso por mi mundo, de la nada este se sintió pequeño, como si siempre hubiese sido así, y mientras continuos "crack" se escuchaban de manera rápida y suave a mi alrededor, mis ojos se cerraron a la hora en que la brecha se expandió por toda mi visión, fuertemente me mantuve en la oscuridad, ahí estaba otra vez esa brisa helada, y tal vez con un poco de miedo, pero emocionado a la vez, abrí mis ojos.

Mi rostro sorprendido observaba lo que ahora conozco por gallinero, el piso, un lado, el otro, el frío se había acabado y la calidez había vuelto en mi, pero no la calidez de mi mundo, que ahora parecían fragmentos blancos perdidos en el piso de paja, si no que era una calidez interior, sentía algo en mi pechito palpitar constantemente, ya no necesitaba de ese mundo.

Descubrí a mi madre, parecía ser ella la creadora de mi mundo, porque a penas me acerque a ella, recordé la calidez de todo el tiempo que estuve compactamente en mi mundo, también vi la variedad de pollitos que habían en los alrededores, porque ahora sé que era eso, un pollito.

La calidez de mi madre, el sonido del viento, el imponente gallo, y mis ruidosos hermanos, aunque algunos no lo fueran, se volvieron mi nuevo día a día, ahora no era solo "Yo y mi mundo" ya que este se había perdido entre la paja hace ya tiempo, ahora compartía el calor y el alimento con todos los de mi alrededor, y también el frío, esa gélida corriente que llegaba y alborotaba a todos, algunos se peleaban ante su llegada, otros no, pero lograbamos pasar de página y seguir todo normalmente. Para mi nuestro mundo era maravilloso, y todos los días iba aprendiendo innumerables cosas que me emocionaban cada vez más y aumentaban ese revoloteo que emitía mi tal corazón, pero ese revoloteo empezó a doler.

Me di cuenta de la complejidad del mundo. De mi ya no perteneciente mundo.

Mientras más aprendía, más me daba cuenta de lo que era, un pollito, entre mucho pollitos en un gallinero, un pollito que veía como otros pollitos nacían, como otros de la nada ya eran pollos grandes, o gallinas, o gallos que se iban y nunca más los volvía a ver, me percaté de las palabras peligro y compañero, me di cuenta del dolor, de la palabra decepción, de la traición, y sobre todo, la impotencia. Me enteré de la cantidad de cosas más allá de esos alambres entrelazados que impedían la salida del gallinero, que daban paso a un paisaje cambiante, del que sabía cosas, pero que no vivía, me enteré que no es lo mismo saber que vivir, que nunca será lo mismo saber algo que experimentarlo en cada unas de tus plumas, escamas o... Manos... Y en esos momentos pensaba en lo diminuto e inexperto que era.

¿Porque nací? ¿Qué se siente lo de mas allá de esas rejas del gallinero? ¿Cuántas cosas se pueden llegar a sentir? ¿Algún día tendre la respuestas a todas las dudas que hacen aletear mi pecho? No lo se, tal vez lo sabré, pero por ahora, solo soy un simple pollito, un pollito pensador.

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